viernes, 25 de noviembre de 2011

Sentenció con un portazo.

- Tonta. Idiota, ingenua, débil. Inútil. Eres mía. No sabes vivir sin mí, no puedes. Dijiste para siempre, ¿lo recuerdas? Porque si no, te lo puedo recordar yo. Para siempre significa cada día, cada minuto, estaremos juntos. Y te necesito. Lo sabes. Eres la persona que más quiero, y por eso es por lo que no te permito que te vayas, no lo podemos dejar. ¿Ah, sí? ¿Es culpa mía? Son esas amigas tuyas las que te tienen la cabeza loca, ellas y todos los demás que quieren interponerse entre nosotros. Es porque nos tienen envidia, cariño, no desean nuestra felicidad. ¡Cállate! Si me paso de vez en cuando con el alcohol es porque tengo que evadirme de esta casa que me quema. Me hiere tu mirada, como la que me pones ahora, parece que me temieras. ¿Acaso me temes? Eres una mentirosa, ¡maldita sea! No me mires así, para. ¡Deja de mirarme de una vez! ¿No me vas a obedecer? ¡Me estás obligando a que lo haga! ¡BASTA! No llores, por favor, pareces una cría. Me pones nervioso, eres mala. Tú, tú eres la culpable de todo este infierno. Siempre consigues sacarme de quicio, no sé qué facilidad tan grande tienes. Me huyes, me juzgas, me haces sentir una decepción constante. Como si esto no fuera lo que esperabas cuando nos casamos. Yo tampoco esperaba que cambiaras y te volvieses tan endeble. Eres frágil, demasiado. Y sin mí, no podrías hacer nada, no tienes futuro alguno. Pero por eso sigo aquí, cielo, esperando. Porque esto se te pasará, es una rabieta. Estoy acostumbrado a ellas, siempre sé esperar pacientemente cuando te da por llorar en vez de alegrarme el día con una sonrisa al llegar a casa. Yo soy el que está cuando los demás ni siquiera se han enterado, ¿recuerdas? Venga, no te hagas la tonta. Cuando nos conocimos en aquel parque… desde entonces yo he sido el que nunca te ha fallado. Tú eres mi princesita y estando juntos el mundo nos sobra, no lo olvides. Sé que ahora no es lo mismo, llevamos un tiempo últimamente que… pero “quien bien te quiere te hará llorar”. Somos fuego, los dos, es imposible que no nos quememos. Pero nadie nos puede separar, estamos hechos el uno para el otro. Lo sé, sé que ya lo hemos intentado antes, pero para algo están las segundas oportunidades. Mi amor, es el estrés del trabajo, estoy esforzándome demasiado para que no te falte de nada - le acaricia la mejilla, amoratada – yo nunca podría hacerte daño. Te quiero.


-Te equivocas. Nunca me has querido, y ¿sabes cómo me he dado cuenta? Al mirarme en el espejo. Tienes razón, he cambiado. Demasiado. Hace unos días me vi reflejada y no reconocía  la imagen que proyectaba. Al margen de las heridas que me has causado, me impactó ver mi mirada. Ya no brillaba. Hace demasiado tiempo que no brilla. No hay mayor dolor que me hayas producido que el moldearme de esta forma. El verme tan insulsa, pequeña… “débil”. Soy en lo que me has convertido, no lo olvides. Pero no me resigno, no. No voy a aguantar ni un día más, ni una palabra. No quiero. No lo permitiré. ¿Sabes? Aún me queda una vida que desde hoy empieza de cero y no la voy a desaprovechar. Porque he abierto los ojos: no soy la culpable de nada, y tú, no me quieres. Mi mayor error ha sido pensar tantas veces que ibas a cambiar. Se acabó. Voy a salir por esa puerta con esta maleta que he estado preparando durante semanas, y lo haré. Porque no soy frágil ni algo que puedas manejar a tu antojo. Cuando te conocí quizás lo era, pero he tenido que aprender, a la fuerza, a ser más valiente que tú. No te imaginas lo dura que puedo ser. Porque mi maltrato no han sido tu insultos ni tu voz, sino el no reconocerme ante el espejo, del que tantas veces he huido. Lo siento, pero nunca he sido tu princesa, y tú, eres un cobarde. Me voy, porque ahí fuera hay un mundo lleno que me espera y no lo voy a dejar escapar. Este infierno tiene fin, y se lo voy a dar yo, y ¿sabes por qué no me lo vas a impedir? Porque no podrás. Nadie va a detenerme, tenlo claro, y – sobre todo – no estoy sola. Al otro lado de la puerta están esas “locas” de mis amigas esperándome, con mi familia y más gente. Ah, si lo preguntas, también está la policía. Lo hago por tu bien, porque tú también te mereces otra oportunidad, pero lejos de mi. Adiós. – sentenció con un portazo.

2 comentarios:

  1. No me gusta, me encanta aunque es muy triste... :)

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    1. Muchísimas gracias :)
      De las cosas que más me alegran del blog es ver los comentarios, y sobre todo que te hayas molestado en leerlo.
      Si no es indiscreción... ¿Quién eres?

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