jueves, 17 de octubre de 2013

Amanece


Nadie le dijo que tuviera cuidado con las conversaciones a media noche; ésas que a menudo revelan más de lo que somos que lo que nosotros mismos creemos conocer. Ignoraba el poder de las miradas, ella que siempre había vivido de las palabras. Había soñado tantas veces con el amanecer, que las primeras luces del alba le parecieron corrientes. Y sin embargo, cómo brillaban.
Acostumbrada a desacostumbrarse vivía de pedazos de rutina cuando colisionó en su vida. ¿Quién tenía derecho a hacerle aquello? No podía pensar en otra cosa, todas sus prioridades habían quedado en un segundo plano. "Es idiota" se repetía. Pero las horas bailaban un curioso tango: en su ausencia se dilataban en una eterna parsimonia de "¿cuándo contestará?" mientras que con él, adquirían velocidades de vértigo.
"Estarás perdida, no te enamores nunca" le habían dicho. Y nunca se había enamorado. Se vendía en recuerdos pasajeros, en historias lo suficientemente breves y superficiales que no dejasen apenas huella.
"Mira, justo detrás de esos edificios". El sol se alzaba, una mañana más, apagando las brumas en una intensa mezcla de colores. El aire, frío, cortaba sus mejillas y algo comenzaba a latir dentro de ella. ¿Qué le sucedía? ¿Por qué había sonreído al sentirle a su lado? Estaba totalmente perdida... Pero nunca antes se había sentido así de viva.

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